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Pruebas de Concepto (PoC) para el diseño de productos digitales, unas cuantas provocaciones…

¿Será que las personas si van a comprar mi producto o servicio digital? una trás otra vez, con esta frase comienzan muchas discusiones con clientes esperanzados. Dar una respuesta 100% segura es una ilusión, quien lo haga miente. 


No obstante, sí podemos utilizar diferentes alternativas para reducir, en alguna medida, la incertidumbre. En derecho existe la “presunción de inocencia”, la carga de prueba recae en quien es el acusador. En el mundo del diseño de productos digitales me gusta pensar que debemos tener una lógica contraria, ¡tu nuevo producto o servicio digital va a fracasar hasta que demuestres lo contrario!


En este contexto, brillan las pruebas de concepto, una alternativa para saber si vamos por buen camino, si es mejor NO continuar, o debemos pivotar  y cambiar nuestro abordaje.


Inspirados en el trabajo de Caroline Jobin, et al. 2020 (ver imagen 1) me gusta definir las pruebas de concepto como una técnica de investigación con el doble propósito de aprender más sobre un tema y evaluar la pertinencia y viabilidad de una posible solución. Las PoCs están en la intersección entre la investigación exploratoria y evaluativa. 

La intersección de dos conjuntos, mostrando que las pruebas de concepto son tanto exploratorias como evaluativas.

Clasifico las pruebas de concepto en dos tipos (ver imagen 2).


Gráficos sobre los tipos de pruebas de concepto: pruebas declarativas y comportamentales

Primero, pruebas declarativas, que como su nombre indica, son técnicas que permiten obtener una “declaración” de las personas sobre la intención de uso o de compra de determinado producto digital.  Para ello, debemos 


  1. Construir un estímulo: que puede ser algo tan sencillo como un párrafo describiendo tu nuevo servicio, pasando por prototipos de alta calidad interactivos, videos o versiones betas.

  2. Exponer el estímulo a los participantes 

  3. Obtener retroalimentación. Sea por técnicas cualitativas (entrevistas, grupos focales, etc) , o, mi preferido, por medio de un test de intención de uso o compra para obtener una métrica del % de personas con una alta probabilidad de uso o compra. 


Y, el segundo tipo PoC, son las pruebas comportamentales. En este caso, ya no hablamos de declaraciones, si no del análisis de comportamientos. Vemos de forma directa en el contexto “más natural” posible si realmente las personas tienen interés en el nuevo producto o servicio digital, ayudándonos a estimar su demanda.


Por ejemplo, aplicando lo que se conocen como un test de puerta falsa (fake door test) podíamos intervenir una “tarjeta de contenido” o un “ícono de acceso rápido” de un ecommerce para publicitar un servicio que aún no está disponible,. Cuando las personas clickean, los redirijo a una página de “en proceso” o “error” ( de ahí su nombre puerta falsa). ¿Qué gané? mayor certidumbre de que las personas vieron, leyeron, analizaron este nuevo “servicio”, y, les llamó tanto la atención que dieron clic para solicitarlo. Ya no es solo una declaración de uso, es un comportamiento que nos indica su interés.


Hasta acá todo muy interesante ¿ a que sí?... si estás sediento de más conocimiento te invito al curso Mastering UX Research, un curso avanzado en investigación en experiencias de usuario en el qué vemos en detalle cómo hacer pruebas de concepto y  muchas teçnicas más…

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